O mejor filosofía y coaching, ya que el concepto de
filosofía es anterior e incluso en algún sentido diría que primigenio.
Estrechamente relacionadas, unidas y engarzadas. Para mí, en
el momento en que un coaching verdadero se
pone en marcha aparece la filosofía.
Son dos palabras de muy amplio uso. Y es que, cuando decimos filosofía
¿qué estamos nombrando? Esta ya es una cuestión compleja, incluso “filosófica”,
habría que preguntar a cada persona que significa para ella filosofía.
Para muchos será eso que algún momento tuvo que estudiar y
se acordarán vagamente de Platón y su mundo de las ideas,
de Aristóteles, de Kant, de Nietzsche… ; otros es posible que nos digan que es
darle vueltas a grandes preguntas que nos hacemos en tanto que humanos ¿quiénes
somos, a dónde vamos y de dónde venimos? ¿tiene algún sentido la vida? … y que
cada uno nos vamos respondiendo de la
mejor manera que podemos; en un sentido más erudito, quizás diríamos que la
filosofía es la colección histórica de
pensamientos de algunos hombres y mujeres –a los que llamamos filósofos, que con sus reflexiones y especulaciones han
tratado de dar respuesta de una forma más o menos sistemática a esas grandes
preguntas; según la primera acepción del diccionario de la RAE es el “conjunto de saberes que busca establecer, de
manera racional, los principios más generales que organizan y orientan el
conocimiento de la realidad, así como el sentido del obrar humano”; y si nos vamos a la etimología, originariamente el término filosofía está formado por “filo” (amigo o amante
de) y “ sofía” (sabiduría), aquí resaltaría el concepto de sabiduría más como una disposición, una actitud, un “hacer” que tiene que ver con algo consustancial al ser humano,
con la curiosidad con el deseo de “saber”, de “comprender”, personalmente me gusta
hablar del filósofo/a como “amante de la sabiduría” y cuando digo filosofía me estoy refiriendo a acciones, tareas tales como analizar, comparar, contrastar, llegar a conclusiones, exponer, debatir, compartir reflexiones sobre cuestiones esencialmente humanas, que nos ayudan a elegir de forma consciente un determinado modo de vida, coherente con nuestros principios más profundos. Entiendo y propongo que la teoría y la práctica de la filosofía no están separadas. La propia reflexión filosófica, la toma de conciencia
ya es transformadora y liberadora.
Al menos así se entendía en la Antigüedad, como una actitud
básica que tenemos en la vida. Vida y filosofía es lo mismo, es un arte para la
vida. Es impensable sujetos que puedan construirse sin filosofía. Lo que ocurre
desde la Ilustración es que se produce una distinción entre teoría y práctica y eso ha llevado a que se haya visto lo "filosófico" como algo muy especulativo, complejo, inútil para la vida cotidiana, reservado a filósofos profesionales.
Sin embargo, mi convicción es que, de un modo u otro, todos filosofamos, ya que las personas tenemos una
actitud básica hacia la realidad, tenemos una serie de supuestos, de ideas, de creencias que determinan esa actitud, que a su vez determinan nuestra realidad y cómo respondemos ante
ella. La diferencia es si lo hacemos de una manera adecuada y responsable o no. Ya que si
esas actitudes son supuestos a los que no hemos llegado por nosotros mismos, de forma
autónoma, crítica, reflexiva y serena es bastante
probable que se trate de una filosofía, podríamos decir deficiente, y que eso tenga
consecuencias nefastas en la vida porque esos supuestos están configurando nuestra experiencia cotidiana.
Examinar filosóficamente nuestra vida, en línea con la afirmación de Sócrates de que “una
vida sin reflexión no merece ser vivida” no solo es posible, sino que es muy
aconsejable. Cuando explicitamos
nuestras ideas implícitas, es mucho más fácil dirigir la “vida examinada”,
podemos comparar nuestro enfoque con otros, y tal vez modificarlo o mejorarlo
de algún modo. Podremos en definitiva asegurarnos de que nuestra filosofía
actúe a nuestro favor y no contra
nosotros.
Y ¿qué entendemos por coaching?, ya hace cinco años que escribí una entrada sobre ello. En estos momentos veo mi concepción del coaching como algo más global, como una muy efectiva forma de favorecer que las personas se relacionen mejor tanto consigo mismas como con el mundo (cuando digo mundo me refiero tanto al entorno físico, como a relaciones con otras personas, profesión, ...). Un proceso de coaching ayuda a mantener una actitud de interrogación constante sobre uno mismo, sobre cómo soy y estoy en el mundo y a provocar una reflexión sobre cómo se quiere estar y cómo nos queremos relacionar con el mundo.
Cuando más arriba hablaba sobre un "coaching verdadero" me refería a un coaching en el que se provoca un trabajo de fondo de autoconocimiento, en el que la persona -el cliente, con la colaboración profesional del coach- a través de la conversación, las preguntas, el feedback continuo sobre las acciones, profundiza sobre quien es realmente y desde ahí se va planteando objetivos y acciones que tienen que ver con él, con su esencia más profunda. Para mí es fundamental que en el proceso de coaching, el cliente vaya explicitando su actitud básica ante la realidad, sus supuestos, sus creencias... su "filosofía" al fin y al cabo. Que en las sesiones se traten sus ideas y creencias, que las revise, las mire, y cuestione si procede, que las asuma y reivindique si es lo que le sale en esos momentos, que vaya encontrando el punto de coherencia, de consistencia, entre lo que siente, piensa y hace.
Este tipo de coaching está especialmente dirigido a personas que quieran clarificar y pensar mejor acerca de ciertos aspectos de sus vidas y es el tipo de coaching que estoy poniendo en práctica con mis clientes.
Cuando más arriba hablaba sobre un "coaching verdadero" me refería a un coaching en el que se provoca un trabajo de fondo de autoconocimiento, en el que la persona -el cliente, con la colaboración profesional del coach- a través de la conversación, las preguntas, el feedback continuo sobre las acciones, profundiza sobre quien es realmente y desde ahí se va planteando objetivos y acciones que tienen que ver con él, con su esencia más profunda. Para mí es fundamental que en el proceso de coaching, el cliente vaya explicitando su actitud básica ante la realidad, sus supuestos, sus creencias... su "filosofía" al fin y al cabo. Que en las sesiones se traten sus ideas y creencias, que las revise, las mire, y cuestione si procede, que las asuma y reivindique si es lo que le sale en esos momentos, que vaya encontrando el punto de coherencia, de consistencia, entre lo que siente, piensa y hace.
Este tipo de coaching está especialmente dirigido a personas que quieran clarificar y pensar mejor acerca de ciertos aspectos de sus vidas y es el tipo de coaching que estoy poniendo en práctica con mis clientes.
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